Vengan, hijos míos, y escúchenme,
que voy a enseñarles el temor del Señor.
El que quiera amar la vida y gozar de días felices,
que refrene su lengua de hablar el mal
y sus labios de proferir engaños;
que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la *paz y la siga.
Los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos, atentos a sus oraciones;
el rostro del Señor está contra los que hacen el mal,
para borrar de la tierra su memoria.
Los justos claman, y el Señor los oye;
los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón,
y salva a los de espíritu abatido.
Muchas son las angustias del justo,
pero el Señor lo librará de todas ellas;
le protegerá todos los huesos,
y ni uno solo le quebrarán.
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