miércoles, 14 de diciembre de 2011

la mejor herencia..

La gente buena deja una herencia a sus nietos. Proverbios 13:22, NTV
Si crees que este mensaje es solo para una persona mayor, piénsalo de nuevo, pues la edad promedio de la mujer para ser abuela es cuarenta y seis años...
Sin duda, las abuelas podemos influir en un grupo muy especial: nuestros nietos. Si aprove- chamos este tiempo de la vida, esto será muy precioso y transformador para ellos y quizá para otros también.

Recuerdos de antaño
Los recuerdos más especiales de mi niñez son con mis abuelos, en especial con el abuelo Juan que nos ponía a trabajar a mi prima, Emily, y a mí para enseñarnos principios de trabajo y ética. Claro, nunca recuerdo que nos pagara por nuestro esfuerzo. También recuerdo sus consejos acerca de ser justos y tratar a todos por igual.
Mi abuelo procuraba crear tradiciones para reunirnos como una gran familia. Aunque soy hija única, siempre me rodearon muchos tíos y primos. Y... ¿cómo lo explico? Algunos eran un poco excéntricos como tío Tiburcio. Aun así, todos nos amábamos muchísimo. Algunas veces ocurrían intercambios «interesantes», pero nada muy serio. Al contrario, en nuestras reuniones siempre había risas, amor y memo- rias por todos los rincones. Varios años después pude darme cuenta que este grupo peculiar llamado «mi familia» me ayudó a formar mis opiniones y valores.
Era muy divertido estar con mis abuelos. Nos permitían jugar con libertad en la casa y no les preocupaban que les rompiéramos algo «valio- so». Así demostraban que nosotros éramos lo más valioso para ellos. Estas son las enseñanzas y los recuerdos donde sus ejemplos forjaron mi carácter y me convirtieron en una persona que debe servir al prójimo para encontrar propósito en la vida.
Las cosas han cambiado con el tiempo, pues hoy somos una nueva generación de abuelos porque nuestro estilo de vida, los milagros de la medicina moderna, los tintes de pelo y los cosméticos nos ayudan a vernos más jóvenes. ¡Quién me iba a decir que yo tendría una silla para bebés en mi automóvil descapotable!
El legado de los abuelos
Antes de continuar, quiero mostrarte el poema anónimo «La mecedora de abuelita»:
En un pasado muy lejano Cuando el ritmo de la vida no era rápido La abuelita solía mecerse y tejer, Hacer ganchillo y cuidar al bebé.
Cuando nosotros estábamos en problemas, Siempre podíamos contar con la abuela. En la época de la prosperidad, La vida de abuelita era una para dar.
PERO HOY...
Ahora la abuelita va al gimnasio, Hace ejercicios para delgada estar, Se va de viaje con su grupo a pasear, O se lleva a sus amigas para almorzar.

La mejor herencia
Va hacia el norte para pescar o caminar, Dedica tiempo para su bicicleta montar. No hay impedimentos que la detengan ahora, Pues ya esa abuelita no está en su mecedora.
Así debe actuar esta nueva generación de abuelos: Con una mente amplia donde nuestra influencia no sea solo en nuestros nietos, sino también para los que Dios nos dé por nuestro cónyuge, un concepto que tenemos que aceptar en estos tiempos donde son comunes las familias mixtas. Aquí los abuelos tenemos la oportunidad de darles a nuestros nietos el tiem- po y la atención que quizá los padres, debido a sus responsabilidades, no pueden ofrecerle. Por lo tanto, debemos dejar un legado firme en las riquezas que tenemos como hijos de Dios. ¡Debemos dejarles recuerdos inolvidables!
Hace poco leí esta frase: «Cuando aho- rres para tu vejez, cerciórate de depositar unos cuantos recuerdos placenteros» que, debo agregar, influyan de manera positiva en nuestros nietos. Por esta razón, hagamos lo necesario para que nuestros nietos, sobrinos y vecinitos se distingan entre los demás y que sientan compasión que les motive a ayudar al prójimo. Debido a este anhelo de mi corazón, nace el libro Las aventuras de abuelita.
Mis aventuras
En este libro, relato las vivencias de mis viajes misioneros a diferentes lugares del mundo y también donde resido. Sus historias muestran cómo ser sensibles a las necesidades que hay a nuestro alrededor y, de ese modo, mostrarles a los niños que es divertido y agradable ser más útiles a los que nos rodean. Aquí relato también cómo el servicio al prójimo, tanto en mi ciudad como en los inolvidables viajes hacia las regio- nes más remotas, Dios nos permitió poner en práctica su amor que es capaz de transformar corazones.
Abuelos, padres, hijos y nietos encontrarán anécdotas emocionantes y reveladoras de esta abuelita misionera, que ayudarán a los niños a descubrir y apreciar las cosas más importantes que tienen en la vida: ¡Hacerles bien a otros! Cada uno de nosotros, que pertenece a la nueva generación de abuelos, puede dejar un legado que dure por la eternidad, pues... «En los ancianos esta la ciencia, y en la larga edad la inteligencia» (Job 12:12).

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