miércoles, 14 de diciembre de 2011

Diferentes tipos de incomprensión

Hay cosas que no comprendo de Dios y me dejan irritado o apesadumbrado, porque eran, o son todavía, horribles e inexplicables. Todos nosotros luchamos para encontrarle sentido a la presencia del mal en medio de la bondadosa creación de Dios.

Sin embargo, el problema filosófico y teo- lógico del mal es una cosa; la torcida realidad del sufrimiento real es otra; y mientras más lo vemos, más difícil es llegar a comprender a Dios en relación con él. ¿Cómo se supone que respondamos al desconcertante y asombroso grado de sufrimiento que tiene lugar en este mundo? Una respuesta que en- contramos en la propia Biblia es el lamento. Una palabra más moderna para la misma cosa es protesta. ¿Qué significa lamentarse y protestar delante de Dios por cosas que no podemos comprender? ¿Y por qué parece que pensamos que de alguna manera está mal el hacerlo?
Hay cosas que no comprendo sobre Dios porque son muy extrañas. ¿Por qué dijo e hizo Dios cosas en la Biblia que han sido tan incomprendidas en generaciones posteriores? Quizá esto sea más un problema que tengo, al tratar de comprender la forma en que muchos cristianos parecen aturdirse en la manera que interpretan la Biblia, que un problema con el propio Dios.
Hay cosas que no comprendo sobre Dios, pero me llenan de gratitud porque no podría vivir sin la realidad de su verdad, aceptada por la fe. El ejemplo supremo es, por supuesto, la misma cruz. ¿Quiénes son tan atrevidos que pueden decir que comprenden exactamente cómo la cruz ha resuelto nuestras más profun- das necesidades? Pero de todas formas nos aferramos al hecho de que, por la gracia de Dios y con la autoridad de la Palabra de Dios, lo ha hecho. Se ha señalado con sabiduría que, cuando Jesús se dispuso a explicar la expiación
a sus discípulos, no les dio una teoría, sino una comida. Eso, por supuesto, no ha impedido que la gente teorice, comenzando de hecho con esos primeros discípulos y aquel que pron- to se les sumó, el apóstol Pablo. Y todavía la controversia se desata alrededor del signifi- cado de la cruz.
Sin pretender comprenderla del todo, ¿pode- mos al menos disipar algunas de las peores in- comprensiones? Hay cosas que no comprendo sobre Dios, pero ellas me llenan de esperanza en medio de la deprimente destrucción de la tierra y sus habitantes. La Biblia lidia con las verdades más oscuras de la vida sobre la tierra en el presente, incluyendo los temas mencio- nados arriba. Pero lo hace con un lento cre- scendo de expectativa de un mundo mejor en el futuro. Tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, una visión de la nueva creación de Dios nos deslumbra. Aquí tampoco soy capaz de explicar a como será o cómo se realizará, pero lo que sí encuentro es que el verdadero retrato bíblico de la nueva creación brilla más que muchos de los mitos populares y caricatu- ras del «cielo» y me parece mucho más digna de que se la busque. Estoy feliz de esperar la nueva creación de Dios sin una comprensión total (creyendo, igual que Pablo, que el mo- mento para eso llegará), pero no sin una go- zosaconfianza.
Estas, entonces, son algunas de las cosas que encontré que en realidad no comprendía sobre Dios; no todas son del mismo tipo, no todas representan la misma carga emocional o espiri- tual. Y sin embargo, cuando nos enfrentamos a estos problemas con la ayuda de la Biblia, parece que podemos al menos esclarecer al- gunas respuestas equivocadas, inadecuadas o engañosas que se les dan.
No obstante, hay algunas consideraciones so- bre estas cosas que son útiles e instructivas, aunque no den respuesta a todas nuestras dudas. Así que, dondequiera que haya tales consideraciones las quiero decir, porque pue- den arrojar una luz sobre temas difíciles de discusión. Por lo tanto, mediante un análisis de ambos puntos de vista de lo que se pue- da decir, espero mostrar que es posible ser muy claro sobre cosas que sí comprendemos, o debemos comprender, porque Dios las ha
aclarado en la Biblia, mien- tras que aceptamos nuestra falta de comprensión (incluso nuestra confusión y dolor) de muchas otras cosas que Dios ha decidido
no explicarnos, y lo hacemos con humildad y hasta con gratitud y alivio. Podemos ser perfectamente honestos sobre cosas que no comprende- mos sin amenazar la esencia de nuestra fe en la verdad de las cosas que podemos y debemos comprender.

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